Video y texto de Daniel Boyano Sotillo
Porto Alegre, Brasil. 30 de abril de 2012
Despuès de revisar y leer mucha bibliografìa sobre
decrecimiento, no encontrè nada que lo relacionara con la cosmovisiòn de las
culturas originarias indìgenas, especialmente de Amèrica Latina, que son
aquellas que he tenido la suerte de conocer màs a fondo y sobe el terreno. Por
ello me he visto en la obligaciòn de intentar realizar esta pequeña
aproximaciòn que entrelaza al decrecimiento, entendido como una iniciativa que
se està desarrollando en el Norte global, especialmente en Europa, y el
paradigma comunitario de la cultura de la vida para un buen vivir o vivir bien
de las culturas indìgenas originarias.
En primer lugar es necesario hacer una somera explicaciòn de
ambos tèrminos para saber de lo que estamos hablando. Por una parte, el
decrecimiento, iniciativa que tiene màs fuerza en Europa, busca generar cambios
dràsticos en la forma de vivir, producir y consumir. Es una conciencia de los
lìmites fìsicos y èticos del impacto de la actividad humana sobre la Tierra y
otros seres vivos que la habitamos. Es una llamada a la coherencia, a la
responsabilidad, a la conciencia de estos lìmites para dar un paso màs allà: el
paso de actuar en primera persona del singular, para luego ampliarlo a primera
persona del plural. Por otra parte, en el vivir bien o buen vivir de las
culturas indìgenas originarias no existen grandes diferencias entre los Kollas
de Argentina, los Mapuches de Chile, los Mayas de Centroamèrica y Mèxico, los
Aymara de Bolivia... por lo que se puede resumir como el proceso de la vida en
plenitud, con un verdadero equilibrio entre lo material y lo espiritual, esto
implica estar bien con uno mismo y luego, saber relacionarse o convivir con
todas las formas de existencia. Esta Cosmovisiòn Ancestral pervive en buena
parte de Amèrica y cada vez son màs personas las que la aplican, ya que es una
forma de comprender, de percibir el mundo y expresarse en las relaciones de vida.
De esta manera observamos que tanto en el Norte como en el
Sur glogal, y especialmente en dos continentes diferentes, Europa y
Amèrica, se están expandiendo dos
teorías, dos nuevos diseños de sociedad, ciertamente muy similares. Ambas se
encuentran en una fase de desarrollo embrionario y adoptan características
propias de de esta fase. Por un lado el rechazo a un orden establecido, una
negación, un liberarse de las antiguas ideas para poder concebir de nuevas:
ambas teorías propugnan abandonar y arrinconar el modelo de crecimiento
económico continuo que se demuestra imposible, insostenible y en el origen de
las injusticias, ademàs tratan de romper con la visiòn antropocèntrica que
predomina en el Norte global, para llegar a un armonía con la naturaleza. Y por
otro lado en ese hacerse mayores –como explica el filósofo Maurice Bellet- se
abandonan los deseos impulsivos del “todo lo que deseamos, lo tendremos” para
dejar de lado la trampa capitalista que nos mantiene prisioneros (Gustavo Duch Guillot, 2010). Asì en la
visiòn del Vivir Bien o Buen Vivir, el estar en permanente armonìa con todo,
nos invita a no consumir màs de lo que el ecosistema puede soportar, a evitar
la producciòn de residuos que no podemos absorber con seguridad y nos incita a
reutilizar y reciclar todo lo que hemos usado.
Volviendo al “decrecimiento” paradójicamente, como pueden
observar, estamos hablando de un crecimiento como individuos y como sociedad.
En la medida que seamos capaces de sustituir los valores dominantes del cada
vez más, cada vez más rápido, etc. tendremos tiempo y espacio para rescatar
valores humanistas de igualdad, armonía con la naturaleza o simplicidad, que
forjarán un “buen vivir” colectivo donde es imprescindible la comunidad,
entendida como una unidad y estructura de vida, es decir, que el ser humano es
solo una parte de esta unidad, al igual que plantas, animales montañas, aire,
agua, sol, o incluso todo aquello que no llegamos a percibir pero està
presente. Y en este sentido mientras que en Europa el decrecimiento es sólo un
tema de reflexión en ámbitos alter mundialistas parece que los países andinos
han iniciado ya el estirón propio de la edad. El Buen Vivir en quechua, Sumak
Kawsay, aparece en la Constitución ecuatoriana de 2008 y el Vivir Bien en
aymara, Suma Qamaña, en la boliviana de 2009, o el Programa Vivir Mejor en
Mèxico surgen como ideales a los que el Estado debe responder y procurar
alcanzar.
Bibliografìa:
Jaume Grau Lòpez, Ecologistes en Acciòn de Catalunya. El
Ecologista, nº 59.
Fernando Huanacuni Mamani. Vivir Bien/Buen Vivir. Filosofìa,
estrategias y experiencias regionales.
Aymaras, rapanui, mapuches, quichuas, shuar, nasas y wayúu… Al interior de cada una de estas nacionalidades hay voces, las de las mujeres, que cuestionan la infalibilidad de la justicia indígena frente a aquellas prácticas “culturales ancestrales” que, objetivamente, son dañinas para niñas y mujeres: ablación, encierro durante seis meses o “cesión de la niña” para casamiento.
ResponderEliminarEl afán de estas pioneras del debate no es la crítica ciega o el rechazo en bloque hacia la justicia que rige sus propios pueblos sino la necesidad de concretar y dar vida a la complementariedad entre los derechos colectivos y los derechos de las mujeres. El peligro existe: si no se llega a un entendimiento, se continuará obligando a las mujeres indígenas a vivir en un dilema permanente y a tener que hacer elecciones dolorosas entre su identidad indígena y su identidad de género.
Complementariedad frente a incesto, cesión o ablación Las aludidas responden exponiendo dilemas concretos y cotidianos de sus respectivas nacionalidades. La diversidad de los pueblos queda plasmada tanto como las discriminaciones comunes. Sobre prácticas ancestrales en su pueblo, la representante del pueblo nasa, de Colombia, dice: “me preocupa el tema del incesto o la violencia sexual porque son temas tabú que no hablamos las mujeres para no atacar a nuestro pueblo (…) Existe el concepto de complementariedad entre el hombre y la mujer pero es una utopía. En la realidad sigue habiendo incesto y violencia, y esta es mi preocupación”. Desde la Isla de Pascua, la representante del pueblo rapanui explica la ley del año 64 que rige en la Isla pero no en el resto de Chile, “es una ley obsoleta para casos como la violación o agresión sexual porque las penas son ridículas. Las revisiones sólo han dado paso a múltiples interpretaciones. Esto tiene un efecto negativo, enorme en las mujeres”. El contexto en Chile es particularmente grave pues la Constitución ni siquiera define a Chile como un estado multicultural o plurinacional; en consecuencia, el poder judicial no reconoce las diferentes culturas y criminaliza las prácticas ancestrales. “Las mujeres son discriminadas por ser mujer, pobre e indígena”.
Mientras que en Ecuador y en Colombia cuando una mujer indígena acude a la justicia ordinaria y no a la consuetudinaria corre el riesgo de ser mal vista por su comunidad. La expulsión de la comunidad de origen es un castigo de enormes consecuencias para la vida de un hombre o de una mujer, sea cual sea su edad. Cuestionar las tradiciones, la cosmovisión y las prácticas ancestrales del pueblo propio puede derivar en el rechazo unánime del colectivo.
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