Nos envejece más la cobardía que el tiempo,
los años solo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma.
El modelo de desarrollo capitalista, en particular en el marco del régimen de la política neoliberal dominante, se sostiene en el crecimiento de la producción y el consumo de bienes materiales de forma ilimitada cuando vivimos en un mundo finito, y otorga derechos y libertades del capital sobre los derechos y libertades de las personas y la protección de la naturaleza. En este marco, las grandes instituciones financieras han llegado a dominar la economía mundial y han intensificado la explotación laboral, la extracción de recursos y la especulación para la acumulación de ganancias.
Esto ha llevado a una
mayor hambre, desigualdad, falta de tierras, desempleo, precariedad del empleo,
endeudamiento, pérdida de ingresos y protección social, privación de los servicios
básicos, despojo de las comunidades, migración forzada, degradación del
patrimonio natural y cultural, crisis climática...
Por otra parte, las
élites locales y globales y actores poderosos
no rinden cuentas por sus acciones que tienen severos impactos sobre la
sociedad y la naturaleza. Podemos
decir que no hay día que no nos despertemos con un sobresalto: la economía se hunde,
vivimos demasiado bien y no podemos mantener este nivel de vida, los salarios
tienen que bajar, los puestos de trabajo no se pueden mantener, los bancos
no pueden dar créditos... Palabras que casi siempre proceden de personas
o instituciones cuyas ganancias son muy superiores a las del resto de la
población y que en absoluto están dispuestas a reducir lo más mínimo sus sueldos o
los beneficios que reciben.
Lo importante es
provocar el miedo, asustar, que no se pueda pensar y que todo el mundo trate de
agarrarse a lo que sea, que esté dispuesto a saltar por encima del compañero, si es
necesario, para salvarse. La forma de dar información y de jugar con las
palabras condiciona la manera de pensar de la oblación ¡nos están
adoctrinando!.
Según el diccionario
de la Real Academia Española (DRAE) el miedo es la “perturbación angustiosa del
ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. El vocablo procede del latín
metus, que tiene significado análogo. Como todas las emociones admite graduación,
y así el diccionario ideológico de Julio Casares establece algunos términos
asociados, como temor, recelo, aprensión, canguelo, espanto, pavor, terror,
horror, fobia, susto, alarma, peligro o pánico.
Por voluntad
premeditada o inercia, los medios se han aplicado con complacencia a infantilizar a la
sociedad, con lo que se convierte en dependiente de una autoridad o principio
superior. Con la colaboración entusiasta de muchos ciudadanos y ciudadanas, desde
luego.
Mientras nos distraen
con aspectos sin importancia —ley del tabaco, tarifas telefónicas, reducción del límite
de velocidad— los asuntos cruciales pasan inadvertidos. Dirigidos y
constantemente alarmados, con necesidad de tutela y motivación, no nos inmutamos ante
las manipulaciones y aceptamos cualquier imposición.
Un número creciente
de personas se rebela ante esta tendencia, la televisión — como otros medios
tradicionales en crisis— pierde espectadores en cascada y la audiencia se reparte
por el sinfín de ofertas. Pero todavía hay quien pondría las manos en el fuego por
cualquier noticia si «lo ha dicho la tele». Son éstos quienes más tienen
que aprender a cuestionarse y dudar de las verdades oficiales. De todas
en realidad. Cuestionar es el principio del pensamiento crítico y propio.
Una maquiladora hondureña nos contó la experiencia de la lucha que un grupo de mujeres que nunca se
había atrevido a alzar la voz había mantenido en la fábrica donde trabajaba.
Cuando se unieron para hacer una huelga, los patronos se asustaron: «Nos
temieron cuando dejamos de tener miedo», resumió. Es la gran lección que esta
mujer y sus compañeras aprendieron.
El miedo fomenta la
xenofobia, el odio y la envidia. Es necesario vencerlo porque es el mejor
instrumento para que la población permanezca callada, dividida y
enfrentada.
Los miembros más
veteranos de esta sociedad del siglo XXI están en la obligación de dejar de
estar mediatizados por el miedo, la timidez, la trivialidad de los compromisos
sociales, por las falsedades religiosas, por las actitudes pasivas que nos asemejan a
una especie de avestruz humana que esconde la cabeza debajo del forro de
la chaqueta y que se tapa los oídos y los ojos para no vivir lo que ocurre ante
nuestros ojos, siguiendo el lema de «ver, oír y callar».
Se requiere un
respeto profundo y la comprensión de la simbiosis de la gente y el mundo
natural en lugar de la valorización y comercialización de la naturaleza como
meros recursos y sumideros porque es la inercia del sistema. Como parte de este
programa de transformación, desafiamos a nuestros gobiernos e instituciones
internacionales para romper con el actual modelo de desarrollo y llevar a cabo
reformas significativas que realmente respondan a las necesidades de las
generaciones presentes y futuras.
Ha llegado el momento de superar los límites de lo
posibles y hacer realidad mañana muchos imposibles de hoy, esto no es una
Utopía es una entelequia. Así que ahora te toca a ti cerrar el periódico apagar
la televisión y escribir tu propia historia de cambio, que es la misma que la
nuestra, y disfrutar de este sueño que se llama realidad.
Daniel Boyano Sotillo
Amazonía, 7 de noviembre de 2012
Fuente: Fusión de varios artículos
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