Daniel Boyano Sotillo
La revolución será feminista o no será.
La revolución será feminista o no será.
Desde tiempos inmemoriales, se ha encomendado
a las mujeres el papel de cuidadoras por razones pretendidamente naturales (lo
que se ha llamado el destino biológico de las mujeres, falso determinismo). El
feminismo socialista y racionalista de la igualdad desmontó hace tiempo este
mecanismo perverso y rechazó una mayor proximidad de las mujeres con la
naturaleza como una maniobra del pensamiento patriarcal para mantenerlas dentro
del ámbito doméstico y alejadas de lo público y de la cultura.
Durante la Revolución Industrial las mujeres
perdieron su capacidad de autosuficiencia en el campo, cuando se desplazaron
junto a sus maridos a la ciudad para depender del trabajo de los mismos en las
fábricas, y ellas dedicarse exclusivamente a las tareas domésticas. Algo
similar está ocurriendo en estos tiempos de crisis donde las mujeres están
regresando a realizar aquellas actividades que en la sociedad del bienestar
estaban cubiertas por el estado, perdiendo todo el terreno ganado en los
últimos años, ya que vuelven a realizar un trabajo no remunerado dentro del
hogar, claramente infravalorado, un trabajo imprescindible por otro lado como
es el cuidado de las personas.
La brutalidad de los efectos que la crisis
está teniendo sobre la mayor parte de la población eclipsa la realidad de
algunos colectivos cuya situación es particularmente complicada. No se trata de
minimizar la magnitud del “desastre general”, ni de diluir el importante
denominador común que comparte la mayoría social frente al 1%; denominador del
que debe surgir una resistencia fuerte y cohesionada. Pero sí de llamar la
atención sobre las condiciones especiales, y por tanto los costes específicos,
que arrastran algunos colectivos particularmente vulnerables. El colectivo de
mujeres es uno de ellos ya que la desigual inserción de hombres y mujeres en el
mercado laboral constituye la base a la hora de explicar otras dimensiones
también importantes de la desigualdad. Tengamos en cuenta que es la inserción
laboral lo que en nuestra sociedad determina en gran medida el acceso a los
ingresos, al espacio público y a los derechos. Descubrir que las nuevas
generaciones están repitiendo el patrón tradicional de “hombre sustentador /
mujer cuidadora (y económicamente dependiente)” es muy preocupante.
El neoliberalismo no sólo oculta sus
piraterías, también se esfuerza por hacer invisible el mundo imprescindible,
fundamental y complejo, de los trabajos de cuidados, afectos, solidaridades y
redes sociales. En él las mujeres actúan como indispensables estabilizadores
sociales al aportar calidad de vida a una convivencia cada vez más imposible.
Es curioso ver como se agudiza la división del empleo por género a nivel
internacional en la que las mujeres de los países más expoliados (Filipinas,
Perú, Rumanía...) han abandonado el cuidado de sus hijos y sus mayores para ir
a cuidar de los hijos y los mayores de las personas de países Norte. Y muchas
veces en las peores condiciones.
Es tarea urgente reconocerlo: el trabajo no
remunerado y los cuidados son una parte fundamental de la economía y aportan
calidad de vida a las personas y sustentan a la misma democracia.
Han sido el feminismo posterior de la
diferencia y el ecofeminismo los que nos han hecho valorar las actividades
tradicionalmente realizadas por las mujeres, eso que hemos llamado la
sostenibilidad de la vida humana haciendo alusión a la dimensión ecológica del
término ya que sin ella la vida humana no es posible. Cuidar la vida significa
hacer que la vida continúe, pero también es imprescindible para la conservación
de la especie humana. Cuidar la vida incluye tareas rutinarias y repetitivas
como cocinar, limpiar, cargar, recoger, tareas que exigen mirar y esperar cómo
permanecer disponible pero también incluye relaciones afectivas y sociales que
posibilitan crear comunidad y proteger a las personas de la posible hostilidad
que las puede afectar, sobre todo a las más pobres y desvalidas. Estas
atenciones son las que permiten que los niños y niñas se hagan adultos y
lleguen a ser campesinos, campesinas, jueces, juezas o maestros o maestras,
satisfaciendo sus necesidades en la época profesionalmente activa pero también
acogiéndolos en la vejez.
A lo largo de la historia no se ha tenido en
cuenta como trabajo más que el trabajo mercantil ya que estamos en una sociedad
patriarcal donde solo se valoran la cultura y los valores masculinos que al ser
dominantes aparecen como universales y se ignora todo lo demás como son las
actividades realizadas tradicionalmente por las mujeres a lo largo de la
historia y del mundo, y que el pensamiento feminista hace visible al dar valor
al trabajo humano más ligado a las necesidades humanas como es el cuidado de la
vida. Además, todavía hoy, los muchos matrimonios de media y avanzada edad tienden a convertirse en una relación en la que la mujer hace de madre y cuida al marido como un hijo más, en la que se tiene que ocupar de todas la tareas del hogar, desde hacer la compra, pasando por cocinar, hasta la limpieza total de la vivienda, y estas tareas día tras día. Incluso algunos objetos significativos del hogar parecen que son de pertenencia única del varón, como el mando de la televisión o el coche.
Para concluir solo decir que las mujeres se relacionan con
la sociedad de una manera diferenciada y por eso más que de ciudadanía queremos
hablar de “cuidadanía” para poner el acento en la situación de dependencia y
necesidad de cuidados que tenemos todas las personas en las diferentes etapas
de nuestra vida y el derecho a ser cuidadas y la obligación de cuidar que
tenemos todos los humanos hombres y mujeres.
Hoy, más que nunca, el hilo rojo del
movimiento obrero de nuestros tiempos se une al verde ecologista y al violeta
que trenzan las mujeres, los colectivos altamente feminizados de trabajos y
contratos en precario que tienen pleno derecho a pan y rosas mientras cubren
las vergüenzas del sistema trabajando por sueldos indignos en los servicios
privatizados. En pie por la dignidad y una vida sin explotación. Ahora tienen
más que nunca su lugar, como colectivo, en la vanguardia plural, radical,
insurgente, por otro mundo posible y necesario.
Ideas
principales de Hortensia Fernández y Bibiana Medialdea
http://www.fuhem.es//ecosocial/noticias.aspx?v=9317&n=0
ResponderEliminarhttp://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/22/Pautas-ecofeministas-para-repensar-el-mundo_Y_HERRERO.pdf
http://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/22/como-afecta-crisis-y-politicas-de-austeridad_C_CASTRO.pdf
http://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Boletin_ECOS/22/ECOS_22_REVISTAS%20-%20MONOGRAFICOS.pdf