Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

ELLA, La autora de mis días

20 de mayo de 2014
                                                                                                                                         I.C.S.


 Se, que por más que me esfuerce nunca estaré a su altura, pero juro por Dios y por el sol que cada día nos alumbra que lo intenté, sí, lo intenté. Pero solo fue eso, un intento.  En ella nada era normal, ni su resistencia, su valor, su capacidad de sufrimiento, su ingenio para resolver situaciones, su valentía, su generosidad. Toda ella emanaba sapiencia  adquirida de las mujeres  de su familia y de su propio esfuerzo por mejorar lo aprendido. Ella aprendió de su padre que el saber no ocupa lugar y vaya si se esforzó. Hasta latín cantaba como nadie, con la hermosa voz que tenía y también lo escribía.
Cuando ella nació, en nuestra tierra las mujeres  de gente del campo, no recibían formación en las escuelas, estas, eran solo para hombres. Fue su padre quien cambió todo eso y gracias  a él, ella pudo aprender, también aprendió corte y confección en la Puebla con parte de lo que ganaba dando jeras, es decir (arando las tierras de otros con la pareja de vacas de sol a sol).
Conocía todas las labores que se le hacían a la tierra antes de sembrarla, como luego, cosechar el fruto y tratarlo, como cuidar a sus animales, atender a las hembras en sus partos: vacas, ovejas, cabras, etc. etc.
 Como esquilar las ovejas y tratar la lana, sembrar y tratar el lino, tejer  ropa para la familia,  hacer la matanza del cerdo para surtir la despensa para todo el año. Otra cosa que hacía era marcar en las orejas a sus animales, cada familia tenía una marca propia y la repetía en todos sus animales para cuando iban con la vela o la vacada, para después distinguirlas del resto.
Araba la tierra con los surcos más derechos que yo haya visto y segaba la cosecha con la misma habilidad que un hombre, al igual utilizaba la guadaña haciendo baraños sencillos o dobles.
Cuando se iba a arar decía que regresaba para comer, pero por si acaso se llevaba un poco de pan y tocino y si las fuerzas no se agotaban continuaba todo el día, porque ella además nunca sabía si mañana tocaba arar o ir a cortar árboles, pues de eso también sabía y tiraba del trozador como un obrero más.
Los obreros decían que ella los trataba mejor que el jefe aunque les daba mucha tralla, y ella tenía mano con las vacas y sabía manejarlas mejor cuando había que sacar trozas de sitios difíciles. 
El cómo le cundía tanto el tiempo, es algo que aún trato de resolver, creo que sobre todo era planificación y tener cuatro hijas que aprendieron pronto a valerse solas; el precio fueron algunos accidentes que dejaron recuerdos imborrables, pero sirvieron de experiencia para aprender.

El recuerdo más lejano que tengo de mi madre es de un día tocando la pandereta y cantando durante el baile con gaitero en el pajar de Santiago en las Llamas, siempre recordé ese día en mi memoria de dos años, pues son los que tenía, al poco de esto murió mi abuela y mi madre con su luto, en tres años ya no participó más en esos bailes y después llegó la luz y nos cambió la vida. Hasta la llegada de la luz, era costumbre hacer esos bailes los sábados y en las fiestas y la juventud también participaba en comedias y sainetes que ensayaban y hacían representaciones. Mamá me contó que participó en una obra titulada el Calzonazos de Carlos Arniches y   a partir de esa representación comenzó su relación con el que después fue nuestro padre, él era el calzonazos en esa obra.
Él ya tenía los treinta, ella veintiocho; para aquellos tiempos ya se les estaba pasando el arroz, ambos habían tenido otros novios (as) pero se habían ido quedando solos pues todos se habían ido casando y si no se casaban tendrían que salir fuera del pueblo en busca de pareja y eso era mal asunto, porque luego las tierras de la pareja les quedarían lejos y no podrían juntar ninguna para hacerlas más grandes. Pero yo quiero pensar que  algo más habría si no, no habrían hecho tan buena pareja durante tantos años.
Años muy duros, de mucho trabajo: el campo, los animales, la madera, la construcción de la casa, criar cuatro hijas. No había tiempo para aburrirse, alguna de ellas les dio más preocupaciones de las necesarias, hasta el punto de que mi pobre madre casi pierde la vida.

 El día amaneció radiante, era verano. Mi madre me encargó que fuese por la burra a las cuadras del barrio de abajo, en la casa del abuelo junto a la iglesia, tendría que ir a Otero a por unos cartones de tabaco y encargar al ti Antolín que trajeran un pellejo de vino pues en unos días empezaba la siega, para que no faltara.
En aquella casa junto a la poza de los Suelmos, esa noche no habían dormido pues toda la noche se oyeron los canticos de costumbre cuando corría el vino en abundancia siempre que había cuartos. Cuando la niña (yo), pasó por su puerta, ellos salieron riéndose. La niña siguió hasta la fuente donde la burra siempre se paraba a beber, llevaba ese vestido pichi de color marrón que le gustaba mucho, el vestido caía sobre sus piernas y cubría los cuartos traseros de la burra. A la madre de esa familia le pareció que iba muy provocativa con diez años enseñando las piernas desde las rodillas hasta los tobillos, le dio un palo a su hijo menor que tenía ocho años, y le susurró algo al oído. Él hijo empezó a caminar por el borde de la poza hacía donde estaba la niña dando de beber a la burra, de pronto levantó el palo y comenzó a golpear al animal y también en las piernas a la niña, toda la familia se partía de risa mientras él seguía dando palos siguiendo la burra ya calle arriba. La niña no tenía donde agarrarse pues el animal no llevaba albarda ni cincha donde agarrarse, la calle entonces tenía una calzada de piedras grandes por donde transitaban las personas y como a un metro más profundo circulaban los carros, los animales y el agua de las lluvias. La niña aguantó todo lo que pudo pero llegó un momento que perdió el equilibrio y cayó de bruces sobre las piedras por donde pasaban los carros. Su boca se estampó contra las piedras así como sus codos y sus rodillas, mientras caía oía las risas de esa familia. La burra siguió corriendo hasta la casa y ella quedó allí tendida. Después de ver miles de estrellas, cuando pudo levantarse  notó que la sangre caía de su boca y de sus codos y rodillas.  Como pudo llegó hasta la casa y su madre al verla se descompuso.
La niña tenía que haber ocultado los hechos y decir que se había caído sola, su madre la habría curado como otras veces pero…. Ella dijo que la habían tirado, su madre vio los golpes de los palos en sus piernas y perdió el juicio. Ella sola fue a pedir explicaciones a esa gente y la recibieron bien armados. Cuando pudimos avisar a más personas de lo que ocurría, ellos ya le habían dado varios golpes con las azadas y clavado los dientes de una tornadera de hierro en un brazo. El recuerdo de ese día me ha perseguido durante toda mi vida. A mi madre aquello le afectó muchísimo, le quedaron secuelas de aquello. Y yo pensé que me quedaba sin madre. Aquella familia tenían una deuda pendiente en nuestra tienda y andaban hacía tiempo mal encarados con nosotros hasta el punto que siempre que pasábamos por su puerta nos azuzaban una perra que tenían que era malísima, más de una vez tuvimos que subirnos a una pared para evitar que nos mordiera. Después vinieron los guardias, se puso la correspondiente denuncia y el día del juicio ni se presentaron. Y si les traían citaciones para que fueran al juzgado, nunca las recibían; cerraban su casa a cal y canto y así pasó el tiempo y todo quedó en nada. A partir de aquellos hechos aprendimos a ser más cautas con ciertas personas. Pero la ley demostró que no siempre defiende a los más débiles.
                  ……………………………………………….
Pero en el transcurrir de los días, ella fue organizando a la familia de modo tal que al abandonar la escuela, las niñas partieran a la ciudad y se fueran entrenando en la realización del trabajo que después desarrollarían cuando estuvieran todos juntos, pero en la ausencia de ellas fue cuando sufrió un terrible accidente con la carreta y las vacas que casi le cuesta la vida……
Después de una vida de mucho trabajo, pocas alegrías y muchas decepciones, entre ellas la más grande fue dejar aquella tierra que en su momento no quiso para sus hijas, porque en la ciudad no encontró nada más que buitres dispuestos a comerse su pan, perdió la sonrisa de su tierra y vivió entre cuatro paredes el tiempo que vivió en ella, muchos días sin ver el sol ni ventanas a la calle. Cuando su primera hija dijo que se casaba, ella quiso desanimarla y después de tener su tercer hijo le dijo: no has traído nada para ti,
 - Extraño es, que me digas eso, tú que hubieras dado lo que hubiera sido por tener uno. Pero sé  a qué se refería, las hijas siempre ayudan más a las madres.
Y un día se fue, dejando un enorme vacío en nuestros corazones y un montón de páginas en blanco de lo que prometió dejarme escrito y siempre decía: hay tiempo hija, hay tiempo….
Pero no lo hubo y desde entonces, ella es el espejo donde me miro, pero aún no me veo….

No hay comentarios:

Publicar un comentario