Vivimos en una sociedad que tiene una visión androcéntrica1 del mundo, la cual predomina en la mayoría de culturas de todo el planeta tierra, y viene siendo construida por lxs humanxs desde hace muuuchos años, antes que nacieran nuestras abuelas y abuelos. Esta visión se construye a partir de un sistema llamado patriarcado, palabra que por su origen griego significa “padre al mando” y tiene una sola base: la dominación y la opresión y, por tanto, la injusticia.
El tipo de relaciones interpersonales que construimos dentro
de este sistema, puede representarse con el cuento de la caperucita roja y el
lobo: las mujeres y otros grupos sociales somos lxs caperucitas rojas y la
mayoría de hombres (aunque también algunas mujeres) son los lobos feroces. Nuestras
formas de interacción y comunicación están cargadas de discriminación,
subordinación y desvalorización, en otras palabras, están cargadas de sexismo.
Desde la visión androcéntrica-patriarcal se cree que
las mujeres son inferiores, débiles y tontas y están sujetas al hombre (y a servicio
de él), que es superior, fuerte e inteligente. Por tanto, es el hombre quien
puede y debe protegerlas y enseñarles, aunque sea a palos; como si fuéramos unas
criaturas salvajes para amaestrar.
Este parásito mortal, lamentablemente, ha infectado a casi
todos los rincones del planeta (incluyo a mi pueblo). Y parece perpetrarse a
diario en las nuevas generaciones. Se ha vuelto tan normal esta injusticia que
hombres y mujeres seguimos aceptando, reproduciendo y, en consecuencia,
preservando sin cuestionar la idea de que el destino de la mujer es casarse,
parir, cuidar de sus hijxs, de su esposo y de su casa. Este es el modelo que
históricamente se ha metido en el inconsciente colectivo3 a
través de varias vías como: la religión, la política, la cultura, la escuela,
algunos juegos “infantiles”, el lenguaje, entre otros. Y el mensaje que taladra
nuestro inconsciente es: “o sos una santa o sos una puta”.
En la época colonial, los únicos espacios de formación
para mujeres eran centros donde se les preparaba para el matrimonio o para ser
monjas: clases de religión (para variar), de cocina y de bordado.
En la dictadura de Ubico se reglamentó la prohibición
del ejercicio de la profesión a las mujeres
bajo el decreto No. 2756 del 11 de mayo de 1,942. Derrocado Ubico, la
lucha femenina no terminaba: fue la lucha revolucionaria de guatemaltecas, que
tuvieron la necesidad de aclarar: “Estamos en pleno uso de la razón.” El voto
femenino suponía para otros un arma de doble filo. Gracias a esa lucha, en 1946
Guatemala se convierte en el noveno país de América Latina en conceder el voto
a las mujeres (el primero fue Ecuador en 1,929). Ya eran ciudadanas, pero sólo
las que podían leer!!!
Por razones como estas, la participación social de la
mayoría de mujeres ha permanecido históricamente en el espacio doméstico. Hasta
nuestros días, casi todos los espacios de participación están atravesados por
este sistema que desprecia todo lo que se considera femenino. Y aunque han
habido muchos logros, estos no han sido en igualdad de condiciones. La
educación, por ejemplo, sigue siendo sexista a consecuencia de este sistema de opresión
de que venimos hablando.
Recuerdo en la secundaria (de 1o. a 3o. básico), a una hora determinada nos dividíamos las chicas de los
chicos: nosotras a recibir la clase de “Educación para el Hogar” (donde nos enseñaban
a cocinar, bordar y cosas por el estilo) y los chicos a recibir la clase de “Artes
Industriales” (donde les enseñaban un poco de carpintería, dibujo y artesanía).
Para curar este histórico estado febril que ha
producido este maldito parásito, se vuelve una necesidad urgente el
transformar, desde nuestra cotidianidad, las relaciones de poder, exigiendo
igualdad, respeto y justicia; el lograr la independencia económica y el conocer
nuestros derechos como mujeres.
PD.: Detrás de todo gran hombre, hay una mujer
enferma, deprimida y suicida.
Nohelia Flores Escobar
1. 1 Androcentrismo: visión del mundo que invisibiliza a las mujeres y niega las aportaciones realizadas
por ellas. El hombre es el centro del universo.
2. 2 Inconsciente colectivo: fenómeno psíquico que influye en nuestra conducta
sin tener plena conciencia de ello.
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