La semana pasada se ha publicado el informe de Amnistía Internacional sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, y en lo que respecta a España se destacan ciertos aspectos que resultan interesantes, por no decir indignantes, y reflejan un retraso en el respeto por ciertos derechos que son básicos en el funcionamiento del sistema democrático. Concretamente, el informe hace referencia a las denuncias en torno a las actuaciones policiales en manifestaciones contra el gobierno y en celebraciones populares. El uso excesivo de la fuerza contra manifestantes ya no se considera en España como un hecho aislado, sino como una práctica recurrente.
Desde el año pasado existe una grave tendencia a criminalizar la protesta por parte del Partido Popular, en todas las formas en que la misma pueda ser concebida (manifestaciones públicas, reclamos en entidades privadas, escraches, celebraciones, etc.), y la principal organización defensora de los derechos humanos se ha pronunciado al respecto, alertando de la situación en varias ocasiones previas y poniendo un particular énfasis en su último informe.
Para el cuerpo de antidistrurbios de la Policía Nacional española, recurrir a la violencia es la manera más efectiva para disuadir a los manifestantes y ya se ha convertido en una actividad habitual. La policia carga contra manifestantes sin distinción de edad, sexo ni profesión. Hombres y mujeres de todas las edades han sido agredidos, y periodistas identificados han recibido algún golpe por captar imágenes que incriminaban a los agentes, que rara vez, llevan su placa visible para evitar ser identificados.
Los reclamos sociales son cada vez más frecuentes. El rechazo a los recortes y a las reformas estructurales del gobierno nacional motivan a que la sociedad se movilice y sienta la necesidad de hacerse escuchar, pero a personas como Maria Dolores de Cospedal o Cristina Cifuentes, por mencionar sólo a dos exponentes del gobierno, les resulta una aberración que la gente se exprese, al punto de catalogarlos como "antisistema", "violentos" o "Nazis".
En manifestaciones como la del 25-S, bajo el lema "Rodea el Congreso", la policia no sólo cargó con pelotas de goma contra los ciudadanos y golpeo a personas con porras, sino que inició una persecución sin precedentes, tomando la estación de tren de Atocha y desplegando golpes a quien se encontraban por el camino. Algo similiar sucedia antes en la manifestación de los mineros en Madrid, donde una mujer resultó gravemente herida como consecuencia de un impacto de pelota de goma. También se han vivido situaciones de persecuesión en universidades, buscando perfiles de posibles "antisistemas", algo que recuerda a los peores años de la dictadura.
Las denuncias de agresion y abuso del uso de la fuerza por parte de la policia en manifestaciones se acumulan, pero los responsables no actúan. Los policias que han sido llamados a declarar sufren de amnesia y no recuerdan nada de lo sucedido. Las victimas piden justicia y reclaman que los recortes en derechos sociales se están traduciendo en recortes de derechos fundamentales.
En informes anteriores, Aministia Internacional ha detallo la falta de educación en el marco de los derechos humanos que reciben las fuerzas policiales durante su formación e insistió en la necesidad de reforzar éste aspecto. Al día de hoy se sigue demostrando que las fuerzas de seguridad no están capacitadas para mantener el orden publico, sino que estan formadas para reaccionar violentamente.
Sólo me pregunto ¿Quienes son en realidad los violentos o los antisistemas, si quienes protestan lo hacen respaldados en la Constitución?¿Cuál es el rol de la policia, mantener el orden público y velar por la seguridad de los ciudadanos o reprimir?
Ani Vogel, 28 de mayo de 2013
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