Al revisar los datos sobre prevalencia de obesidad a nivel
global, desafortunadamente, no sorprende en exceso observar que ésta aumente
exponencialmente a lo largo de que el proceso de globalización se hace más
palpable a nivel global[i]. De las más
de 36 millones de personas que mueren anualmente por enfermedades no
transmisibles (diabetes, obesidad, etc), el 80%[ii] de ellas se encuentran en
países mal llamados en vías de “desarrollo”. Cabría preguntarse hacía que tipo
de “desarrollo” es al que se pretende llegar y, por contra, aprender de
filosofías de vida ancestrales e indígenas como el Buen vivir, mucho más
saludables con el medio ambiente y con nuestra propia salud.
- Transición
nutricional, ¿hacia dónde vamos?
En Latinoamerica[iii], al igual que en países de Asia o
África, se observa desde hace ya varios años lo que se denomina “Transición
nutricional”. La transición nutricional consiste en un aumento de las calorías
ingeridas por día[iv] junto con una reducción sustancial de la actividad física
(esta última está relacionado con el aumento de proteínas lipídicas entre las
que se encuentra el, a veces demasiado
famoso, “colesterol malo”[v]). Los cambios demográficos y el crecimiento
económico suponen los principales factores que repercuten en esta transición
modificando hábitos alimenticios más saludables y locales por una alta ingesta
de grasas de origen animal y azúcares[vi]
(por no entrar en el debate de los alimentos transgénicos que, no
obstante, cabe recordar aquí..). Por supuesto, el daño a la cultura tradicional
que conlleva la pérdida de la gastronomía tradicional, aunado al coste
energético de los productos importados produce desequilibrios socioambientales
a escala local. La publicidad engañosa, los medios de transporte que fomentan
una vida cada vez más sedentaria, la urbanización, el aumento de tecnología,
los cambios culturales[vii] o, lo que ya se denomina, un “ambiente obesogénico”
[viii], forman parte directa o indirectamente de la producción de sobrepeso y
obesidad, sobre todo entre los más jóvenes[ix] que son los que, a largo plazo,
más sufrirán las consecuencias por la alta presencia de comorbilidad
(enfermedades cardiovasculares entre otras[x]).
Existen por ejemplo, estudios que demuestran una relación directa entre
el número de McDonals que posee una ciudad y la prevalencia de obesidad, con el
consiguiente riesgo para la salud de sus individuos, así como del número medio
de horas que se pasa en frente de la (desinformativa) televisión[xi].
Sin embargo, los
mercados internacionales se jactan de promover una globalización basada en la
libre circulación de transnacionales dañinas para la salud de la población y
destructoras del medioambiente[xii]. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que sigan
envenenando nuestros ríos y a nuestros jóvenes? Opciones como la permacultura,
la soberanía alimentaria o una vida activa y saludable, luchan directamente
contra estos patrones alimenticios y de consumo capitalistas.
- Obesidad:
causa de muerte para muchas personas (pobres), un gran negocio para unas pocas
Al analizar las enfermedades no transmisibles (diabetes,
hipertensión, obesidad..), que se estima que para 2020 supongan ya las tres
cuartas partes de las muertes producidas en los países, insisto, mal llamados
en vías de “desarrollo” [xiii], resulta imprescindible tener en cuenta, no solo
el componente biológico de las mismas, sino el socioeconómico, ya que éste
último supone el determinante fundamental.
Teniendo esto en cuenta, resulta evidente que dónde cabría
focalizar las fuerzas para impedir ese aumento de la prevalencia de ciertas
enfermedades es, como casi siempre, en los determinantes sociales de la salud
(vivienda, equidad de acceso a alimentación sana, condiciones laborales dignas,
y un largo y desigual etc).[xiv]
Por el contrario, la mayoría de empresas farmacéuticas
transnacionales y clínicas de cirugía estética, ven en la obesidad una gran
fuente de ingresos y beneficios. No es casualidad que actualmente se invierta
mucho más en medicalización y tecnología para obesidad que en la prevención y
promoción de salud[xv]. La obesidad,
como ya se ha comentado, no supone simplemente un problema de físico y de
movilidad con sus consecuente repercusión psicológica y social, sino que se
relaciona directamente con otros muchos factores de riesgo cardiovasculares que
finalmente llevan a la muerte, unas muertes prevenibles y evitables que, cada vez con más frecuencia, afecta a
los sectores más desfavorecidos de la población[xvi].
Por todo ello, la lucha contra la obesidad no debe, o no
debería, separarse del debate político y social sobre el sistema capitalista y
la producción de desigualdad social. Las políticas aplicadas para frenarlas
deben tener un enfoque no solo individual basado en estilos de vida ya que
sería reduccionista (y es por desgracia lo que más se observa en la
actualidad), sino ser radical, es decir, ir a la raíz del problema, aplicando
un enfoque poblacional de salud pública, ecológico y social basado en la
equidad y la justicia social (productiva y distributiva).
M.J.C. 2 de abril de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario