Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

SANABRIA : Esencia y emociones



Tengo muy claro desde siempre, desde que sentí lo ínfimo que este ser mío era, comparado con la comarca que me rodeaba, que tenía que haber un motivo muy grande para ese sentimiento que en mí provocaba. Después, en la lejanía, supe que sin ella yo no era.
Ella era hermosa en todas sus estaciones, cada cual tenía cualidades que la hacían ser: fértil, o fría, o seca o tremendamente agradable y las personas que la habitaban tenían una vida intensa  y muy laboriosa y aunque a veces tuvieran disputas o diferencias, siempre reinaba la armonía  y realizaban un montón de trabajos en comunidad para que  todo funcionara.
Yo, a mi modo, disfrutaba en unas y en otras, implicada en la realización de trabajos desde muy pequeña: acarrear agua de las fuentes, para que en casa siempre hubiera, cortar leña con el hacha para la lumbre, pelar berzas a los repollos y remolachas para dar de comer a los cerdos, pastorear con las vacas y ovejas, recoger las castañas, y las patatas de la cosecha y mondarlas en primavera cuando le salían tallos, soltar los jatos a mamar y ordeñar leche para el desayuno, poner hierba a las vacas en el pesebre cuando no había suficiente pasto fresco y darles su ración de harina mezclada con agua como complemento de su nutrición y etc. etc. Todo esto compaginándolo con las clases en la escuela, que afortunadamente, yo ya tenía derecho, no como mis abuelas que no lo habían tenido.
Si, realmente podía sentirme afortunada, yo podría leer a Cervantes y tantos escritores que  habían dejado su legado para que personas como yo adquirieran su conocimiento, en esa bellísima lengua que llenaba las páginas de los libros a los que yo tenía alcance, unos pocos en la escuela y los libros del abuelo José Ramos con los que él había enseñado a leer a las mujeres que quisieron aprender, que fueron muchas, en su pueblo Triufé y en otros en los que dio clases a falta de maestros. Él, maestro no era, solo maestro de obra y carpintero además de labrador y conductor de coches de caballos en Madrid en los inviernos. Fue padre de diez hijos que le dio su amantísima esposa Teresa, de los que perdió tres.
Yo no le conocí, murió joven, pero siempre me he sentido rodeada de su esencia, esta me hacía tener sentimientos y emociones que a veces eran de rabia por no haber tenido la suerte de conocerlos y otras, me embargaba  una sensación de responsabilidad y de exigencia a estar a su altura, aunque sé,  que tal cosa jamás lograré.
 Esa sensación era exacta a la que sentía ante la grandeza  de Sanabria y me hacía pensar en cómo nuestros antepasados pudieron vivir orgullosos de su trabajo y tradiciones, y superar tantas adversidades sin caer en la desesperación. ¿De dónde sacaban su fortaleza? ¿Y su conformidad?... ¿De su fe, o de su fe en sí mismos…?
Sin duda eran de otra pasta.
Esa esencia sigue presente a mí alrededor  pero… Ahora que soy mayor y viendo cómo hemos dejado perder todo cuanto nos legaron, tengo sentimientos de vergüenza que me hacen preguntarme porque no aprendí más de ellos. Y porque me faltó la energía para protestar cuando lejos de la tierra sentía que poco a poco intentaban darme la vuelta a la piel y despojarme de todo lo que recordase a pueblo, “hablar como allí es paleto”,  “espabila” o dirán que tú entraste en Madrid, pero Madrid no entrará en ti…
 Aún abrigo la esperanza de encontrar el camino que me ayude a mostrarle mi respeto y agradecimiento, por ser parte de ellos. Porque, no he podido encontrar en otras tierras, bellas y hermosas, la sensación de pertenecer a algo y ser parte de algo como en nuestra Sanabria querida.



Triufé-2-8-2015.
I.S.R.= Ines Camaro Sanchez

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