Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

Decrecimiento y derecho a la salud



¿Hasta que punto es útil y necesario relacionar el concepto de decrecimiento con el derecho a la salud? La solución, no se encuentra en el este texto; habrá entonces que crearla…



El derecho a la salud, recogido en el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, sociales y culturales desde 1966, depende a su vez del ejercicio de otros Derechos Humanos básicos (derecho al agua, derechos reproductivos, acceso a medicamentos esenciales, etc.). Los problemas de salud de nuestras poblaciones, presentes y futuras, se ven influidos por unos determinantes sociales de la salud (vivienda, saneamiento, nutrición, higiene básica…) Se entienden por determinantes sociales de la salud las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, y los sistemas establecidos para combatir las enfermedades. A su vez, esas circunstancias están configuradas por un conjunto más amplio de fuerzas: económicas, sociales, políticas y normativas.  Las políticas industriales, laborales, financieras, culturales y medioambientales actuales, crean desigualdad social injusta y condiciona un entorno determinado que repercute en la salud individual y colectiva. Por ello, es necesario analizar el derecho a la salud precisamente desde ese punto social, político y económico, y es ahí, dónde, en mi humilde opinión, la teoría del decrecimiento entra en juego.

Si observamos el sistema productivo actual, basado en el consumismo(modo de vida esclavo), el daño ambiental causado a nuestra Madre Tierra, o las predicciones sobre reservas de petróleo a nivel mundial; resulta cuanto menos optimista-realista, pensar en alternativas como la permacultura, las cooperativas, los bancos de tiempo, monedas locales, o la creación de espacios de reflexión colectiva donde, aprendiendo de la historia, se fomente el diálogo intergeneracional e intercultural para una mayor cohesión social fuera del espectro del crecimiento económico.

Respecto al sistema económico dominante resulta imprescindible la implementación de herramientas macroeconómicas que tengan en cuenta otras variables como la calidad de vida, la huella ecológica o la aportación real al bien común para desmantelar las prioridades del sistema y cambiarlas por otras más humanas. Lo que contabiliza el PIB es solamente aquella parte de la realidad que puede ser comercializada y, por eso, su información es sesgada y no demuestra la gran desigualdad que supone el imaginario actual de crecimiento exponencial.

Siguiendo con economía, que no con “homo economicus”, viajamos hasta la deuda ilegítima que ahora sufren lxs ciudadanxs de muchos países, similar aquella que hizo sufrir a tantas personas de ese bello sur geográfico. Los efectos adversos que esta crisis financiera están causando en la salud, son una muestra objetiva y basada en una triste evidencia (aumento de suicidios, depresiones, etc.), de que resulta más  necesario que nunca el cuestionamiento del origen de dicha deuda a través de una Auditoría ciudadana. La experiencia muestra que la comercialización de bienes sociales esenciales, tales como la educación y la atención sanitaria, genera inequidad social y es precisamente a lo que estamos asistiendo. No es por casualidad, que dicha Auditoría sea una de las principales reivindicaciones de la Marea Ciudadana del próximo 23-F en respuesta al golpe de estado de los mercados en la que participarán multitud de colectivos sociales en toda España. Los diversos movimientos sociales que están despertando globalmente junto, con los que siempre estuvieron ahí (15-M, Yosoy132, OccupyWallstreet, revoluciones árabe, ecologistas, feministas, movimientos indígenas,..) servirán de inspiración para la conciencia colectiva y la propuesta de soluciones integradoras y justas. La participación de la sociedad civil, consciente y empoderada, juega un papel esencial en la defensa del derecho a la salud y posee un gran potencial de cambio frente al desequilibrio de poder internacional, principal barrera para la equidad y el acceso a la salud.

Por último,  en coalición a ese acceso a la salud, al que el decretazo de abril 2012 restringió a personas inmigrantes en situación administrativa irregular (salvo urgencias) en España, resulta imprescindible ahondar en el análisis de nuestro Sistema Nacional de Salud. En la actualidad, ya existen multitud de  colectivos tejiendo esa red de alternativas posibles con el fin de mantener un sistema sostenible y de calidad impidiendo la privatización y mercantilización (tanto en líneas de investigación, como en las calles y plazas: Marea Blanca, Movimiento para la salud de los pueblos…). El debate sobre la gestión debe llevarse a cabo para hacerla  más clínica y profesionalizada con el objetivo de una buena gobernanza en salud. Sin embargo, la visión decrecentista, insiste en recordar, e invita a debatir, sobre el hecho de que no siempre mayor gasto sanitario conlleva mejores resultados en salud.  El objetivo de un sistema sanitario no es aumentar exponencialmente su gasto sino invertirlo de una manera eficaz, racional y eficiente. La salud del paciente debe ser siempre el objetivo principal, creando un balance justo entre las necesidades y las demandas y apoyándose en los principios de accesibilidad, aceptabilidad, disponibilidad y calidad de la atención sanitaria. Una cobertura sanitaria pública y universal es necesaria para el pleno ejercicio del derecho a la salud. La propuesta de estrategias de mejora basadas en la evidencia y en resultados en salud, a través de la promoción de la atención primaria y comunitaria, la interdisciplinaridad para la creación de una medicina más integradora y holística, el uso racional de los medicamentos y tecnología y el necesario impulso de las políticas sociales, son solo algunas ideas para lograr una mayor equidad y justicia social.

Sin duda, el decrecimiento y el derecho a la salud comparten muchas más cosas de lo que en un principio pudiéramos pensar, sin embargo, el relacionar ambos conceptos dependerá en gran parte, del rumbo que deseemos tomar en este viaje sanitario, que no otro que la vida misma en comunidad…



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