Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral

El árbol del Concejo Abierto



Bajo la denominación de “Árboles de Concejo”, Árboles de junta o junteros ,entendemos todos aquellos que tradicionalmente servían como sede de las reuniones vecinales. 
La etimología es clara, concejo viene del latín “concilium”, asamblea o reunión. Y una institución jurídica de gran importancia era el Concejo Abierto, es decir, la asamblea de vecinos que decidía y regulaba los temas de convivencia y las cuestiones comunes, en una de las versiones más antiguas de la democracia. 
Estas reuniones se han llevado a cabo, tradicionalmente, bajo los árboles totémicos. Entre las funciones que ejercía este árbol central en gran parte de Europa, diremos que era el lugar de encuentro, la sede de las asambleas de jurisdicciones comarcales o municipales.
En muchos lugares se consideraba que la palabra dada, y los tratos al pie de estos árboles debían ser inviolables. En estos Concejos Abiertos se elegían alguaciles o representantes, se dirimían las cuestiones sociales, se planificaban los trabajos comunales, se decidía sobre la gestión de pastos, helechales y terrenos del común, repoblación de montes, acotados… Esta institución era, por tanto, el centro neurálgico de la sociedad y del paisaje que, desde allí, se planificaba y gobernaba
Por otro lado, la ley y las ordenanzas propias de cada lugar, se hacían en estas mismas asambleas bajo los mismos árboles, que también servirían para celebrar los juicios. Pactos, tratos y acuerdos de cierta relevancia se sellaban al pie de árboles testigos. Y numerosos rituales, fiestas y otros eventos se realizaban asimismo alrededor. En muchas regiones, los tejos y otros viejos árboles fueron también mausoleo vivo, entre cuyas raíces se iban enterrando, por generaciones enteras, todos los vecinos del lugar hasta formar un “árbol ancestral”…
En Lequeitio, Vizcaya, donde ya ni siquiera se recuerda el tejo, salvo por su presencia en el escudo de la villa, tenemos una valiosa cita de Antonio Cavanilles, sobrino del famoso botánico, que escribía en su libro Lequeitio en 1857:
“Hay acuerdos de primero de Enero de 1487 y de años posteriores, en que se dice que el ayuntamiento se reunía debajo del tejo que está en el cementerio de la iglesia. Esto era entonces muy general, y aun en Bayona se usó este modo de celebrar concejo.”
“La Cultura del Tejo”, de Ignacio Abella.

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