Rio de Onor es una localidad que tiene una notable singularidad: uno de sus núcleos, -oficialmente Riohonor de Castilla-, se encuentra situado en España; el otro -oficialmente Rio de Onor-, se ubica en Portugal.
En 1954 el antropólogo portugués Jorge Dias publicó una completa monografía sobre la aldea sanabresa y transmontana, «Rio de Onor. Comunitarismo agro-pastoril», que se ha convertido en uno de los estudios clásicos de la etnografía peninsular, pero que igualmente es una obra imprescindible para valorar determinados rasgos de la cultura popular leonesa ya que numerosas tradiciones de este lugar fueron comunes a las nuestras.
En el estudio de Dias, desarrollado durante varios años en los que pasó largas estancias en la localidad, los elementos básicos que caracterizaban por aquel entonces la idiosincrasia de Rio de Onor eran la existencia de rebaños comunales —las veceiras—; la persistencia de la propiedad colectiva de las tierras de cultivo y pastoreo e incluso el aprovechamiento colectivo de fincas privadas; la organización comunitaria a través de una asamblea vecinal que era su órgano máximo de gobierno, el «conseio», término que Dias tradujo al portugués como «conselho» (consejo) y que es en realidad un auténtico concejo; y el habla local, una variedad lingüística leonesa próxima al sanabrés con numerosos portuguesismos.
Cierto es que estos factores culturales también los encontramos con diferente intensidad en otros territorios, pero la confluencia de todos ellos en Ruidenor hermanan directamente a este lugar con León, aunque en el caso de esta localidad la interacción con otra cultura popular próxima, la portuguesa de Tras-ós-Montes, así como su situación político-administrativa contribuyeron a dotar de una particularidad notable a este pueblo. El origen de esta afinidad con León la explicó Jorge Dias en la colonización medieval leonesa de esa zona, y a la preexistencia de un sustrato común con otros territorios del Reino de León.
El Rio de Onor español conservó su propio concejo y la organización comunitarista a él vinculada hasta la Guerra Civil española; sin embargo, en el Rio de Onor portugués el «conseio» pervivió hasta pasar buena parte de sus atribuciones a la Junta de Freguesía del lugar (equivalente a nuestras Juntas Vecinales), unida recientemente a la de Aveleda. El funcionamiento del «conseio» tal y como lo describió Jorge Dias hace más de sesenta años nos remite directamente al sistema concejil leonés incluso en cuestiones de detalle: reuniones de la asamblea vecinal convocada toque de campana a la que acudía obligatoriamente una persona por casa (hombre o mujer), votaciones democráticas para resolver las cuestiones más importantes que afectaban a la colectividad, elecciones de dos regidores llamados «mordomos» que se ocupaban de la gestión diaria de la comunidad, sistema de contabilidad de la economía local por medio de varas de madera llamadas «talas», trabajos comunitarios dirigidos por el concejo a través de los «mordomos», la existencia de un toro semental del concejo y de perros corpulentos también del concejo con los que hacer frente a los ataques de los lobos, y un sistema de multas a abonar en vino por los infractores de las normas locales que era consumido en las propias reuniones del concejo por los asistentes al mismo.
No acaban ahí las similitudes, pues, por ejemplo, la organización por los mozos solteros de una comparsa con disfraces estrafalarios llamada la «festa dos rapazes» que en el día de Reyes realizaban una ronda recolectado alimentos de puerta en puerta, y que tantos paralelismos presenta con otras mascaradas invernales leonesas o zamoranas protagonizadas por la mocedad masculina.
Otras tradiciones de Rio de Onor también se constatan en las comarcas de León, como la de la nombrar ciertos meses por la festividad más importante y con designaciones típicamente leonesas: «san xuan», junio; «santa marina», julio; «santos», noviembre; «navidade», diciembre. Por no hablar de los «felandeiros», que tenían varias peculiaridades respecto de los filandones leoneses: se celebraban en el tiempo de la vendimia y no en los meses fríos, al aire libre y alrededor de una hoguera; en los «felandeiros» se juntaba principalmente la juventud, pero no para filar sino a mazar el lino. Antiguamente se tocaba en Rio de Onor un pandero cuadrado, tan característico del norte de León. Una cuarteta del lugar alude a estos instrumentos musicales y nos trae el recuerdo de los cantares de pandero leoneses: «Al pandeiru ye d’umeiru/ e us arus de cereixal/ toca na Portiela/ e ressona en Portugal».
Nicolás Bartolomé Pérez
Tierra hermana. Ruidenor y el comunitarismo. Diario de León, edición de 17 de mayo de 2015.
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