"Los sueños me quitan las ganas de dormir" Daniel Boyano Sotillo
La modernidad líquida –como categoría sociológica– es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y liberalización de los mercados. La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones.
El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la Web. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante –incierta– y cada vez más imprevisible, es la decadencia del Estado del bienestar.
La modernidad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres que lucharon durante la Ilustración por poder obtener libertades civiles y deshacerse de la tradición, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo los miedos y angustias existenciales que tal libertad comporta; la cultura laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro.
Las observaciones de los estudiosos y las impresiones de la gente común parecen coincidir: la incertidumbre se ha convertido en una característica esencial de la modernidad. Desde el mercado hasta la vida emocional, todo está edificado en la “inseguridad” y el “riesgo”. El amor no es ninguna excepción. La disolución de las viejas instituciones y barreras legales, políticas y sociales (la “modernidad reflexiva”) ofrece oportunidades de emancipación, pero trae nuevas angustias: ayer cuidar de alguien significaba estar cerca; hoy es estar lejos. Aunque todo coincide con lo que observamos o vivimos, el problema es el mismo de siempre: la apenas vaga presencia del capitalismo en su análisis (aquí solo bajo el ambiguo avatar del “capitalismo global”) y relegación de todo a los “cambios culturales acelerados por la globalización”. Esto y la falta de más análisis político impiden ver los mecanismos y paradojas de transformaciones en cuestión.
Varios otros sociólogos ya han analizado el tema. Richard Sennett hablaba de la “flexibilización del amor” y el surgimiento de un nuevo sujeto: “ser humano flexible”, sin ataduras, forjado a semejanza del capital que traspasa las fronteras y huye de cualquier compromiso con el trabajador. Zygmunt Bauman, en su Amor líquido (2005), analizaba las nuevas, “frágiles” relaciones de la “gente sin vínculos”, hijos de la “modernidad líquida” en el contexto de las nuevas tecnologías, el consumismo y la lejanía del amor y el sexo.
El amor “está bajo amenaza” en la sociedad, donde se le mercantiliza y vende “preparado”, sin necesidad de relaciones profundas. Se priorizan los aspectos individuales, especialmente aquellos relacionados con la acumulación individual de capital, es decir con el mundo laboral, antes que relaciones verdaderas.
No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido.
SEGUIMOS CON EL USAR Y TIRAR
Permacultura, ecoloxía, movimientos sociales, contrainformación, dreitos del home, cultura y muito más visto desde un pequeiñu güertu de Senabria sobre os llizaces del mundu rural, indixenista, llibertariu y ancestral
Permacultura, ecologìa, movimientos sociales, contrainformaciòn, derechos humanos, cultura y mucho màs visto desde un pequeño huerto de Sanabria sobre las bases del mundo rural, indigenista, libertario y ancestral
Amor superfluo en tiempos de capitalismo neoliberal
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Reflexión muy interesante y acertada.
ResponderEliminarEs difícil poner nombre a esta sociedad que se despedaza mientras se hacen normas para proteger la naturaleza con todo lo que la compone. A pesar de todo lo que ocurre en ese afán de despedazarse , aún hay titanes que creen que merece la pena tener a quien amar y crear como siempre fue, contra viento y marea y sembrar para que esa cosecha no desaparezca. Amar nuestro presente como amamos nuestro pasado.
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