El Colectivo El Huerto del Pozo y CRIOSANABRIA han emprendido una nueva campaña, y ya van 14 primaveras, solicitando a distintas administraciones públicas (Ayuntamientos, Diputaciones, Autonomías...) y particulares, la prohibición del uso de herbicidas en parques, zonas ajardinadas, murallas, cauces y cunetas de carreteras del municipio. La campaña consta también de la edición de un tríptico informativo realizado por otras organizaciones que promueven el respeto social y ambiental, con el objetivo de promover la sensibilización frente a los impactos negativos de su uso, también en agricultura.
La aplicación de herbicidas es una práctica que viene siendo utilizada por parte los servicios públicos para el control de hierbas en las orillas y zonas adyacentes de carreteras, muralla, márgenes de cauces y lugares públicos como parques, zonas ajardinadas y centros educativos. Sin embargo, el Glifosato, componente activo del Roundup y otras marcas comerciales tiene efectos tóxicos sobre la salud y el medio ambiente, tal como demuestran decenas de estudios. A concentraciones más bajas que las recomendadas para su uso en agricultura, el glifosato interfiere en el funcionamiento hormonal de células humanas, afecta a las células de la placenta, así como a las embrionarias. Asimismo, provoca nacimientos prematuros y abortos, mieloma múltiple y linfoma non-Hodgkin (dos tipos de cáncer), y daña el ADN de las células.
Las distintas administraciones públicas deben responder en consecuencia con estos datos y prohíba su uso en los espacios públicos, así como que esta práctica nociva sea sustituida por métodos no contaminantes, que no dañen la salud ni el medio ambiente. Estos medios existen, como por ejemplo los métodos mecánicos mediante desbroce y térmicos que se aplican en la mayoría de los países de la Comunidad Europea.
“La UE, mediante la Directiva marco para un Uso sostenible de los plaguicidas, insta a las distintas administraciones a que velen porque se prohíba el uso de plaguicidas diversas zonas específicas, entre ellas las siguientes: a lo largo de las carreteras, en los espacios utilizados por el público en general, o por grupos vulnerables, como los parques, jardines públicos, campos de deportes y áreas de recreo, recintos escolares y campos de juego y los espacios cercanos a los centros de asistencia sanitaria”.
El glifosato es, además, adsorbido fuertemente por el suelo y es muy soluble en agua, lo que aumenta su peligrosidad. Es por ello que se hace hincapié en el uso que también se ha hecho de estas sustancias tóxicas para eliminar hierbas en las márgenes de cauces, murallas, calles, incluso en zonas aledañas a ríos. El objetivo ahora es evitar que vuelvan a utilizarse estos tratamientos contaminantes y a partir de ahora se empleen solamente medios mecánicos.
La persistencia del glifosato varía de dos a seis meses. El glifosato puede entrar en los ecosistemas por escorrentía superficial, habiéndose demostrado su alta toxicidad para la fauna acuática. Hay que destacar que se llegan a fumigar cunetas por donde discurre abundante agua cuando llueve copiosamente. Dejar esparcido este producto tóxico por el medio natural, rural o urbano, significa un peligro de contaminación no sólo para las personas, sino también para la fauna silvestre y para el ganado, que pueden verse afectados.
Se anima a las vecinas y vecinos que si ven algún tipo de fumigación lo hagan saber y que señalicen la zona con un cartel informativo con un simple papel y rotulado peligro herbicida.
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